Lunes 5 de marzo de 2001
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![]() Viernes 2 de marzo de 2001 Emigrantes de cinco estrellas
Paz Álvarez.
Cada vez son más los directivos españoles que eligen o, en algún
caso, se ven obligados a trabajar en el extranjero. Su éxito o su fracaso
depende, en parte, de la familia
No se mueven de un país a otro por dinero. Los ejecutivos que deciden
traspasar fronteras para desarrollar su carrera profesional argumentan
otras razones, como la mejora de la calidad de vida para sus familias.
Antes de hacer la maleta y de cambiar de país, se lo piensan mucho. Lo
explica el socio director de la consultora especializada en recursos
humanos Hay Group, Jesús Gutiérrez: "En España, aunque sea entre altos
directivos, la movilidad geográfica tiene un tono peyorativo. Muy pocos
piensan que la expatriación puede ser el camino de una carrera
internacional, como ocurre en Estados Unidos, Francia, Inglaterra o Japón,
donde entienden la carrera de otra manera y no tienen el mismo apego
geográfico que tenemos en España. Aquí nos cuesta hasta cambiar de
provincia".
Un estudio realizado por la consultora PricewaterhouseCoopers entre 270
grandes empresas europeas con más de 65.000 profesionales desplazados al
extranjero, asegura que los directivos españoles son los que más se
resisten a cambiar de país. El 83% de las empresas no consigue trasladar a
sus empleados fuera. Y algunos directivos hasta prefieren dimitir antes
que expatriarse. Como consecuencia de ello, algunas compañías se han visto
obligadas a redefinir sus programas e incentivos para mandar a sus
directivos a otros países.
Una de las medidas que han adoptado ha sido fomentar los
desplazamientos cortos. Desde 1997, los traslados por periodos reducidos
de tiempo se incrementaron un 50%. Este cambio de tendencia se debe a la
mejora de las telecomunicaciones y a la necesidad de las compañías de
tener más empleados con más experiencia internacional a menor coste. Hay
empresas, como Telefónica, que está pensando en dar un giro a su política
de expatriación de directivos con el fin de romper con el término
temporalidad.
Salvado el primer obstáculo de la tierra, lo primero que calculan es el
coste y la calidad de vida que les aguarda en la ciudad a la que van a ser
destinados.
"Algunos pensarán que se van a hacer ricos, pero es un grave error, ya
que en lo que pueden ganar es en ventajas económicas para la familia, en
posición social, y eso dura lo que la estancia. Cuidar a la familia, en
ese sentido, es una forma como otra cualquiera de retribuir al directivo".
La empresa no sólo tiene que convencer al directivo, sino a la familia.
Las condiciones económicas se calculan a partir de la inflación del
país, las deducciones de la Seguridad Social, los impuestos a pagar, el
alquiler de la vivienda, el coste de la manutención y un ahorro que suele
ser del 10% del sueldo bruto. Con todos estos datos, un directivo que en
Madrid cobra un salario bruto anual de 10.500.000 pesetas pasaría a cobrar
en Salvador de Bahía (Brasil) alrededor de 13.600.000 pesetas. O un
ingeniero de telecomunicaciones cuyo salario en Madrid es de 7.500.000
pesetas brutas al año recibiría más de 14 millones en Tokio o en Nueva
York. Que nadie se lleve las manos a la cabeza, porque esto no significa
que el directivo gane más, sino que el coste de vida en estas ciudades es
más elevado. Una vez decidida la marcha, la gran preocupación es la
vuelta. "Todos se preguntan qué va a ser de mí. Nadie piensa que se marcha
definitivamente; creen que es una exigencia de la compañía y, por tanto,
algo coyuntural", explica Jesús Gutiérrez.
En este sentido, la directora de la consultora NB Norman Broadbent,
Elizabeth Marx, añade que "muchos ejecutivos se lamentan de la escasa
valoración que la empresa matriz concede a esa experiencia y, por tanto,
tener que amoldarse a una posición de menos nivel a la hora de volver otra
vez a la empresa, de la escasa preocupación de la empresa para mantenerlos
dentro de su seno, de la pérdida de los contactos en el país de origen y
de la lentitud en la progresión de su carrera".
La globalización de los mercados ha sorprendido a las empresas
españolas, que, según coinciden los expertos, tienen muy poca experiencia
en expatriar directivos. Lo explica una de las directoras de
PricewaterhouseCoopers, Teresa Pallarés: "Las compañías españolas son
multinacionales desde hace poco tiempo y no tienen bien definida su
política de expatriación". En este sentido, añade que el grave error de
las empresas es "pactar" con el ejecutivo un paquete de retribución y
despreocuparse de otros temas. Para empezar, según Pallarés, las compañías
tienen que definir los perfiles y las condiciones del expatriado. "Muchos
se olvidan de un detalle importante, como es el regreso del empleado a la
empresa. Deben diseñar un hueco dentro de la organización y un nivel
salarial para que cuando cumpla su cometido no se sienta desplazado ni en
desventaja con su anterior puesto". Según Pallarés, el concepto de
expatriación, hoy día, ha cambiado. Añade que "anteriormente era como una
penalización, pero en la actualidad se entiende sobre todo como una
oportunidad de hacer carrera, de empleabilidad, de adquirir mayores
competencias".
El gran error de las compañías
En esto coincide el director general de JP Morgan en Nueva York,
Fernando Barnuevo, de 38 años. Se marchó en 1992 dispuesto a iniciar una
carrera internacional. Pasó dos años en la ciudad de los rascacielos, otro
año en Latinoamérica, cuatro en San Francisco y desde 1999 otra vez en
Nueva York. "Las personas que triunfan son las que quieren por voluntad
propia salir de España", explicó ayer desde su oficina neoyorquina
Barnuevo. Recuerda que tomó la decisión cuando pasaba por una etapa de
reflexión. "Estaba recién salido de un master en el Instituto de Empresa y
no sabía muy bien cómo empezar a desarrollar mi carrera. Veía que la
capacidad que yo tenía de aportar algo en la empresa en España era muy
reducida".
Asegura que en el extranjero todo es distinto. "Puedes aprender,
asimilar e impactar el destino de una empresa. Los que triunfan
verdaderamente son los que piden ir al extranjero. El error de muchas
compañías es pedirle a un directivo que se marche fuera. No pueden hacer
eso. Tienen que buscar a gente predispuesta". Barnuevo reconoce que ese
cambio de mentalidad le llegó gracias al master que realizó en el
Instituto de Empresa. "La formación que recibí allí me dio la visión
empresarial que necesitaba para emprender mi carrera". Por ahora no se
plantea el regreso. "Sólo lo haré si puedo aportar algo a la compañía",
concluye.
En parecida situación se encontraba Antonio Sala cuando finalizó su
master en administración y dirección de empresas internacional. "En mi
caso influyó el hecho de que las perspectivas profesionales que ofrecía el
mercado laboral en España a principios de los años noventa no eran muy
prometedoras. Esto me llevó a estudiar con mayor detenimiento las ofertas
de trabajo que me surgieron en el extranjero. Por tanto, la calidad de
vida que me ofrecían fuera tuvo su importancia sobre la situación precaria
que me ofrecía el mercado nacional". Hoy, con 31 años y tras varios años
de experiencia laboral en Alemania, Holanda, Bélgica y Francia, es
director de desarrollo y negocio del BBVA en Londres.
Sala asegura que una de las ventajas de trabajar en el extranjero es la
calidad de vida. "Londres, por ejemplo, es una de las ciudades más caras
del mundo, pero también hay que reconocer que los salarios son más altos
que los del resto de las capitales europeas". Otra ventaja, según explica,
es la "capacidad para desenvolverse con naturalidad en otras culturas y
también la espontaneidad con la que se trabaja con profesionales de otras
nacionalidades". Sobre otro posible destino, señala como principales
preferencias Estados Unidos y América Latina.
En Argentina se encuentra desde hace casi cuatro años Enrique Fortín,
responsable de la cadena hotelera NH. Su caso es distinto al del resto de
los ejecutivos entrevistados. Él ha vuelto a casa. Nació en Buenos Aires
hace 40 años, de los cuales 14 los pasó en España, donde formó una
familia. El azar y el proyecto de abrir hoteles en Uruguay, Chile, Brasil
y Argentina le hizo regresar a su ciudad natal. "Mi caso es distinto, pero
yo tenía montada ya mi vida en España y he tenido que coger a mi mujer,
que ha tenido que renunciar a su trabajo, y a mis dos hijos, que son
madrileños, y trasladarnos a otro país". Aunque reconoce que hoy día es
ciudadano del mundo, no descarta regresar a España. "A largo plazo, claro
que me gustaría volver. Es también mi casa".
Europa y
Latinoamérica, destinos habituales Los destinos habituales de los directivos son Europa y América Latina.
Le siguen Estados Unidos, según un estudio elaborado por la empresa de
selección de ejecutivos Boyden.
A pesar de que en España todavía no hay demasiada tradición en mandar
ejecutivos al extranjero, la mentalidad de las empresas está cambiando.
Lo explica uno de los socios de esta compañía, José Enrique Sánchez:
"La movilidad geográfica es una asignatura aún pendiente que cambiará por
el deseo de internacionalización de las compañías españolas. "En el futuro
esta tendencia se irá acentuando y afectará niveles jerárquicos más bajos
de forma que la internacionalización llegará a todos".
Javier
Hernández Su primer destino fuera de España fue Montevideo (Uruguay); antes
trabajó en el sector energético en distintos países de Europa del Este y
Asia. De esto han pasado ya ocho años. Hace apenas uno aterrizó en Bogotá
(Colombia) para dirigir la filial de la multinacional española Gas
Natural. Javier Hernández, ingeniero aeronáutico de 42 años, no se lo
pensó dos veces cuando le ofrecieron un cargo en el extranjero. "Me
pareció muy interesante. Hoy día el puesto de trabajo está en el mundo, no
en la ciudad en la que se ha nacido. Si quieres hacer carrera dentro de
una compañía con inversiones en el extranjero hay que salir fuera".
Reconoce que en España todavía no hay mucha experiencia en
multinacionales. "Yo he tenido mucha suerte, porque mi familia siempre ha
entendido mi trabajo y me ha seguido allí donde he ido", explica Hernández
en conversación telefónica.
No tiene previsto regresar. "Ni me lo planteo. Actualmente los
proyectos más interesantes de las empresas se encuentran repartidos por el
mundo. La experiencia internacional te da una visión más amplia de los
negocios".
Para Hernández, la distancia no es el olvido. "Hay que desmitificar las
distancias. Sigo en estrecho contacto con mi familia y con mis amigos
españoles".
Carlos Romero
Carlos Romero salió de España en 1993, con 28 años, un master del
Instituto de Empresa, una beca de la Cámara de Comercio de Madrid en Hong
Kong y muchas ganas de comerse el mundo. Un año más tarde la compañía
valenciana de porcelanas Lladró le ficha como jefe de ventas regional en
Hong Kong. En 1998 la compañía le envía, como director de desarrollo, a
Singapur. Desde allí controla las operaciones de Lladró en el Sur de Asia,
India y desde esta semana también Australia. Dentro de dos meses se mudará
a Delhi (India).
"Me marché de España soltero y con dos maletas, así que mi traslado no
fue nada complicado. Ahora llevo a mi mujer (tailandesa), a mi hijo y el
camión de mudanzas", explica desde Singapur. De momento, este madrileño,
licenciado en Derecho, de 36 años no ha pensado en regresar a España.
"Siempre tienes en mente volver, pero no a corto plazo. Yo me he adaptado
muy bien a la forma de trabajar en Asia y quiero conocer más mundo. Soy
afortunado por haber tenido la oportunidad de conocer otras culturas
diferentes a la mía". Asegura que lo que más le ha costado es adaptarse al
ritmo de trabajo asiático. "Al oriental le sorprenden los periodos de
vacaciones que tenemos en España. La noción de cerrar en el mes de agosto
no existe".
Pedro Chazarra
Regresó hace tres años a España. Con 28 años, Pedro Chazarra,
licenciado en Ciencias Químicas, se marchó a Filipinas como director de
Unión Fenosa en Asia y Pacífico. Allí se marchó con su mujer y una niña de
siete meses. Para Chazarra, la clave del éxito de un profesional en el
extranjero está en la familia. "La adaptación de ellos es el factor que
determina el fracaso o el éxito de un profesional". Recuerda su paso por
el extranjero con nostalgia y reconoce que, aunque no fue su caso, el
regreso siempre es duro. "La vuelta a casa no siempre implica un salto
profesional. Muchas veces se ve como un paso atrás, y para eso hay que
estar preparado", asegura Chazarra, que hoy dirige el departamento de
recursos humanos de la consultora Soluziona. Asegura que tan importante
como la marcha es el regreso. "Para ello hay que buscar profesionales con
un determinado perfil", explica.
Y añade que el retrato del directivo que sale al extranjero debe tener,
entre otras, las siguientes características: "Hay que mandar fuera a
personas con capacidad para aportar algo diferente a los profesionales
locales". También es importante, según Chazarra, buscar a directivos con
capacidad para crear equipos locales. "El directivo tiene que dejar su
semilla".
Ignacio Ybarra
Nació en Calatayud (Zaragoza) hace 49 años y desde hace siete dirige
proyectos de Unión Fenosa en el extranjero, principalmente en
Centroamérica. El último destino, desde hace año y medio, de Ignacio
Ybarra es Moldavia. Desde allí dirige el negocio de la compañía eléctrica
en los países de la antigua Unión Soviética. Su entrega al trabajo le hace
más llevadero el estar separado de su familia.
"Las condiciones no son muy favorables, así que creo que buscaremos un
punto de encuentro, que puede ser Budapest", asegura este hombre, que
considera un honor que su empresa le haya elegido para dirigir proyectos
internacionales. "Yo soy ante todo un profesional internacional. Tenemos
que darnos cuenta de que ya no hay fronteras y de que el trabajo está
donde las compañías tienen negocios", explica con gran entusiasmo, aunque
reconoce que siente añoranza de su tierra. "He pasado por muchos países, y
como en España no se vive en ninguno, pero trabajar fuera es una
experiencia única".
Y asegura que hay más ventajas que desventajas: "Conoces mundo, otras
formas de trabajar, otras culturas y notas cómo tu cabeza y tus
conocimientos se ensanchan". Publicado en página
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